Archive for enero, 2011



Mucho se ha argumentado acerca de las tecnologías de información y comunicación y como supuestamente estas tienden a aislar a las personas en sus mundos personales, impidiendo que interactúen satisfactoriamente con los demás. Se teme que los jóvenes nacidos después de 1980, hayan emprendido un camino sin retorno hacia la distancia social definitiva y que al igual que en la película Wall-E, la humanidad llegué a un punto en el que cualquier intercambio personal será mediatizado por las computadoras y otros artefactos tecnológicos que impedirán el contacto real. A estos temores y fatalismos producto de la inercia mental de las generaciones mayores, se les deben cuestionar con algunas de las siguientes consideraciones.

Nada en sí mismo es bueno o malo y todo depende de la interpretación que se le dé. No digo que el crime, el hambre la pobreza y otros fenómenos sociales puedan ser buenos pero sí que existen alternativas para comprender el fenómeno humano de forma más positiva, antes de llegar a síntomas extremos como los mencionados. Si bien es cierto que los aparatos tecnológicos requieren de nuestra atención y energía para que cumplan con sus funciones, es el uso que se le dé a esos aparatos el que determina el impacto que tienen en la vida de las personas. Es cierto que al digitar un mensaje de texto o correo electrónico dificilmente podré mantener una conversación en persona con otro ser humano, también es cierto que dichas tecnologías me permiten mantener intercambios con muchas personas en muchos lugares del mundo. De acuerdo con que ninguna máquina puede dar un abrazo como lo daría una persona, pero el balance en este caso es el que define el éxito de relaciones interpersonales cercanas o distantes.

Es mi costumbre, de vez en cuando, escribir un mensaje positivo a mis allegados, aveces colectivamente y aveces individualmente, en los que les digo porque los aprecio, los admiro, les agradezco, hago mención de sus principales fortalezas y mejores características, de acuerdo a mi percepción. No necesito un motivo en particular más que el deseo de «alegrarle el día» a alguien que sé que lo apreciará. En realidad, de acuerdo a las propuestas de la Psicología Positiva, hacer felices a los demás deliberadamente es una actividad que genera mucha felicidad en las personas. Cuando se hace un esfuerzo consiente por darle un momento de alegría a otra persona, haciendo uso de nuestros recursos y habilidades, el resultado es un incremento importante en el nivel de bienestar subjetivo de los involucrados. Algunas corrientes ideológicas y hasta religiosas identifican el acto de dar como el más gratificante y como el precursor del recibir en una dinámica de intercambio. De esta manera, si doy felicidad, en este caso mediante la comunicación mediada por la tecnología, es muy posible que eso reciba a cambio.

Como es costumbre en el ser humano, y principalmente en Costa Rica, todo lo nuevo es visto con recelo y acusado de ser satánico o causar cáncer, por otra parte, todo lo nuevo es percibido por sus amenazas o repercusiones negativas. De esta manera, una corriente de pensamiento considera que un niño frente a una computadora con acceso a Internet, es una bomba de tiempo que degenererá invariablemente en perversiones sexuales, consumo de drogas, crimen, secuestro y la muerte, o mucho peor. Se pasan por alto todas las maravillosas oportunidades que existen para que los niños y jóvenes aprovechen esta herramienta para desarrollar sus intereses, obtener emociones positivas, interactuar con modelos sociales positivos y desarrollar redes de contactos que los acompañaran y protegerán a lo largo de sus vidas, muy probablemente hacia su realización personal. Además, la comunicación es una constante en la vida de las personas y no se puede evitar en ningún momento, de acuerdo a uno de los axiomas de la comunicación de Paul Watzlawick y es importante entonces, optimizar la calidad y rumbo de dicha comunicación, más que impedirla o dificultarla. Por ejemplo, la Internet se puede utilizar para desarrollar un camino claro hacia el sentido de la propia vida y puede ayudar a desarrollar en compromiso personal de niños y jóvenes hacia un campo particular del conocimiento.

La guía que se haga de la utilización de este tipo de herramientas, es la que determina que impacto tendrá en la vida de los niños. Una de las formas más apropiadas para guiar efectivamente a los menores hacia su aprovechamiento de esta oportunidad es el modelaje que los adultos hagan con su propia utilización de estas tecnologías.

¿A qué dedicaríamos nuestra vida si no tuviéramos que preocuparnos por el dinero, la opinión de los demás y creyéramos que no tenemos ninguna limitante en nuestra vida? La respuesta a esta pregunta puede plantear una realidad difícil de implementar inmediatamente, pero por lo general es clara. Muchos de nosotros sabemos cuales son aquellas actividades o causas a las que nos dedicaríamos si nuestras necesidades estuvieran cubiertas pero, ¿Qué nos impide dedicarnos a esa actividad o causa y por medio de esta, satisfacer nuestras necesidades?

He escuchado a muchas personas, en consulta y en las más diversas situaciones, manifestar que se dedicarían a una u otra cosa si no tuvieran que trabajar, estudiar, si no tuvieran obligaciones. En realidad, y aunque puede sonar utópico antes de considerarlo objetivamente, podemos efectivamente y mediante esfuerzos objetivos, llegar a dedicarnos profesionalmente a casi cualquier cosa. He escuchado a una persona decir, nostalgicamente, que si no tuviera que trabajar en el banco, se dedicaría a diseñar y confeccionar ropa, lo cual siempre había sido su sueño. No se trata de abandonar las obligaciones irresponsablemente pero si de reconocer lo que nos gratifica, interesa y llena nuestro sentido en la vida y enrumbarnos hacia esto. Si lo consideramos, esta es nuestra verdadera obligación con nosotros mismos y con Dios que nos ha dotado con una serie de talentos que debemos aprovechar, mismos que nos acercaran a nuestra realización y felicidad.

No nos permitamos llegar a la edad de retiro sin que nuestra vida haya sido provechosa y satisfactoria para nosotros mismos, más allá del salario y las garantías que un trabajo estable nos puede brindar, necesitamos sentirnos completos, plenos y orgullosos de haber vivido de acuerdo a nuestra vocación, a nuestra pasión. Dentro de los márgenes de la ley, cualquier ocupación es digna y si tenemos conciencia de nuestros talentos y fortalezas, proyectemos una vida en la que el trabajo sea una fuente de satisfacción y logro, el cansancio se asocie a una sonrisa de gratificación y podamos ver el resultado valioso y significante de nuestros esfuerzos.

Finalmente, consideremos que la carrera o el trabajo no es el que paga, sino la calidad profesional de la persona que ejecuta ese trabajo. Por más dedicados que seamos en la realización de un trabajo que no representa nuestros intereses, fortalezas, talentos y sentido, no podremos vivir este espacio al máximo, no seremos los mejores y de alguna manera estaremos cambiando tiempo y esfuerzo por dinero, mientras que si nos dedicamos a aquello que nos llena, cada instante en el trabajo será el mejor.

 

En la vida, nos hemos acostumbrado a pensar en la felicidad como un premio que asociado al logro de ciertas metas. La mayoría de nosotros esperamos que la felicidad llegue después de, por medio de, hasta que, postergando infinitamente la vivencia de una de las condiciones naturales más importantes que tenemos para vivir y aprovechar la vida al máximo.

Haciendo un recuento, la felicidad se ha postergado tantas veces que muchas personas pierden el interés en ella o deciden finalmente vivir sin esperanza de ser felices, cuando en realidad la felicidad, aunque hay que construirla, está a nuestra disposición aquí y ahora. Imaginemos que somos estudiantes que consideran que cuando se graduen serán felices, luego de graduados, esperan ser felices cuando encuentren un buen trabajo, luego cuando obtengan mejores ingresos, luego cuando sean promovidos a un mejor puesto, luego pretenden ser felices cuando se resuelvan todos los problemas y luego cuando se jubilen. Finalmente, estas personas que pudieron ser felices como estudiantes en un principio, esperan ser felices cuando mueran.

El día de hoy, que es en realidad el único que tenemos, nos brinda una inmensa cantidad de oportunidades para vivir felizmente por medio de las experiencias que nos son placenteras, de las actividades que nos resultan satisfactorias, de las causas con las que nos podemos comprometer y con toda oportunidad de avanzar en el sentido de nuestra vida.

Se debe esclarecer que esta manera de ser felices no significa abandonar nuestras responsabilidades o dedicarnos al hedonismo o búsqueda obsesiva por el placer, sino de aprovechar la vida con sus ventajas y dificultades de manera positiva.

Es común escuchar a muchas personas referirse a su trabajo, obligaciones cotidianas, estudio, relaciones familiares, entre otros aspectos de la vida en términos de sacrificio como «males necesarios» o condenas. Muchos de nosotros inclusive, voluntariamente buscamos situaciones adversas, negativas, corrosivas y hasta potencialmente letales, como forma de vida y mecanismos para lograr nuestras metas de felicidad, misma que alejamos con cada nuevo sufrimiento que enfrentamos. Para ejemplificar esto, un persona puede someterse a una dinámica de violencia doméstica con la creencia de que si tolera esta situación, podrá tener una familia perfecta que la hará muy feliz. De la misma manera, una persona puede dejar de comer para ser bella, de forma que la gente la quiera y así ser feliz. En realidad, ambos casos denotan una postergación patológica del derecho a ser felices que estos sujetos tienen. La perfección que se persigue en el primer caso es muy esquiva, ya que no existe, y la persona podría mediante una mejor situación de vida, sentirse mejor y vivir felizmente si solo pusiera su felicidad como una prioridad. La otra persona podría mediante actividades deportivas que le resulten gratificantes, lograr una mejor apariencia, mejor autoestima y un nuevo entendimiento de que ser querida no depende de su imagen, ya que en el desarrollo de dicha actividad experimentaría mejores emociones y posiblemente, relaciones sociales más satisfactorias.

Ser felices es una decisión que necesitamos tomar cada día y convertir en una prioridad. Muchas de las actividades de nuestra cotidianidad puede que nos resulten adversas y no se sugiere que se abandone todo aquello que es displacentero, especialmente cuando las satisfacción de nuestras necesidades básicas y posiblemente las de nuestra familia dependen de ellas, pero si se insta al lector a encontrar la forma de disfrutar de dichas actividades, transformar su actitud y encontrar elementos que puedan mejorar la experiencia y si resulta necesario, decidirse a hacer un cambio positivo en la vida, para experimentar un bienestar subjetivo más contundente en el día a día.